Devocional: Dios y Yo
El Señor tiene gran gozo en que la cruz nos haya provisto con un acceso abierto a él. Verdaderamente, el momento más glorioso en la historia fue cuando el velo del templo se rajó en dos, en el día que Cristo murió. En ese momento, la tierra tembló, las rocas se rajaron y las tumbas se abrieron.
Fue en ese momento que el beneficio de Dios se abrió. En ese instante en que el velo del templo – que separaba al hombre de la presencia de Dios – fue rasgado por la mitad, algo increíble sucedió. Desde ese punto en adelante, no sólo los hombres podían entrar a la presencia de Dios, sino que también Dios podía salir hacia los hombres.
Aquél que una vez moraba “en oscuridad” no esperó a que nosotros viniéramos a él, sino que él salió hacia nosotros. Dios mismo tomó la iniciativa, y la sangre de Cristo limpió el camino de todo obstáculo. Fue un acto unilateral de parte de Dios, la clase de acto en que una parte declara, “Suficiente – voy a hacer la paz. Voy a derribar este muro de separación. Y lo haré en mi propia iniciativa.”
Antes de la cruz, no había acceso a Dios por parte de las personas en general; sólo el sumo sacerdote podía entrar en el Lugar Santísimo. Ahora la cruz de Jesús nos abrió un camino a la presencia del Padre. Sólo por su gracia, Dios derribó el muro que nos bloqueaba de su presencia. Ahora él podía salir hacia los hombres, para abrazar a sus pródigos y pecadores de todas clases.
Esta es la clave para mi mensaje: usted no puede entrar en el gozo y la paz – verdaderamente, usted no puede conocer cómo servir al Señor – hasta que usted vea el deleite que él tiene en haberlo liberado a usted… hasta que usted vea el gozo del corazón de Dios al tener comunión con usted… hasta que usted vea que cada muro ha sido removido en la cruz… hasta que usted sepa que todo lo de su pasado ha sido juzgado y limpiado. Dios dice, “¡Yo quiero que sigas hacia adelante, hacia la plenitud que te aguarda en mi presencia!”
Multitudes hoy en día se regocijan en los maravillosos beneficios de la cruz. Han salido de Egipto, y están parados en el “lado victorioso” de la prueba del Mar Rojo. Ellos disfrutan de libertad, y le agradecen a Dios continuamente por haber echado a la mar a sus opresores. Pero muchos de estos mismos creyentes se pierden el beneficio y propósito más grande para ellos. Ellos se pierden la razón por la cual Dios los sacó – la cual es para traerlos hacia dentro de él.
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